Poblada y protegida por aborígenes guaraníes desde viejos años, esta tierra viviría el momento clave para la conformación de asentamientos a principios del Siglo XVII, cuando los primeros
Misioneros Jesuitas remontan el río Paraná con la intención de evangelizar a las tribus nativas de la zona, llegando en primera instancia a la región del Guayrá (Brasil), donde formaron 12 pueblos.
El
pueblo de San Ignacio Miní fue fundado inicialmente en el Guayrá (1610), pero las invasiones de los cazadores de esclavos, los llamados bandeirantes o mamelucos, lo obligaron a trasladarse consecutivamente, hasta establecerse definitivamente en el sitio de la provincia de Misiones donde hoy pueden admirarse las imponentes ruinas de la estructura edilicia de sus reducciones.